lunes, 25 de enero de 2010

Lección 13: La Confesión Del Creyente De Sus Privilegios En Cristo

Brevemente tocamos las cinco partes de la confesión en nuestra última lección, pero lo veremos con más detalle en nuestro estudio de hoy para intentar aprender más acerca de lo que hemos de confesar. Nuestra confesión se centra alrededor de estas cinco cosas:

(1) Lo que Dios en Cristo ha provisto para nosotros en su plan de redención.
(2) Lo que Dios, a través de la Palabra y del Espíritu Santo, ha creado para nosotros en el nuevo nacimiento y la plenitud del Espíritu Santo.
(3) Lo que somos para Dios Padre en Cristo Jesús.
(4) Lo que Jesús está haciendo ahora a la diestra del Padre, donde El vive siempre intercediendo por nosotros.
(5) Lo que Dios puede hacer a través nuestro, o lo que Su Palabra puede hacer a través de nuestros labios.

Descubriendo Nuestros Privilegios En Cristo

Como dijimos, la confesión es testificar de algo que nosotros sabemos. Es imposible testificar de algo que nosotros no sabemos. Y es lo que sabemos personalmente acerca del Señor Jesucristo y lo que somos en El lo que cuenta. Primero que nada, lo podemos conocer a El personalmente. Es de primordial importancia el ser nacido de nuevo. Pero solamente porque alguien ha nacido de nuevo, no significa necesariamente que es un cristiano victorioso. También debe saber quién es él en Cristo Jesús. Cuando sabemos lo que somos en El y pensamos de acuerdo con ello, lo creemos y lo confesamos, entonces no hay fracaso para nosotros.

Para descubrir lo que somos en Cristo, debemos mirar a la Palabra de Dios. Vé al Nuevo Testamento, especialmente las epístolas escritas a la iglesia y subraya con lápiz rojo cada una de las escrituras que tengan la expresión “en El”, “En Cristo” y “En Quién”. Aún mejor, toma varias hojas de papel y escribe todas estas escrituras.

En el momento en que las encuentres, empieza a confesar que esto es lo que eres y lo que tienes en Cristo. Si haces esto, yo te garantizo que tu vida será diferente dentro de unos pocos días.
Ya que ni tiempo, ni espacio nos permiten ver todas estas escrituras aquí, veamos algunas de ellas.

2 Corintios 5:17

17 De modo que si alguna está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Nótese la expresión “en Cristo”. ¡Qué cosa más revolucionaria es para los creyentes creer y confesar!

Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús. No solamente somos pecadores perdonados. No somos débiles, pobre, vacilantes, escasamente siguiendo adelante, miembros de iglesia. Somos nuevas criaturas, creados por Dios en Cristo Jesús. Somos nuevas criaturas con la vida de Dios, la naturaleza de Dios y la habilidad de Dios en nosotros.

Como nuevo convertido a la edad de 17 años, nunca tuve los problemas que muchas tienen porque era pronto a decirles a todos, “soy una nueva criatura”. Era pronto a dar testimonio de la gracia salvadora de Jesús en mi vida, dondequiera que iba. Encontré que mientras más hablaba de ello, más real se volvía para mí la nueva creación, porque eso es lo que somos y quienes somos.

Yo era activo en salvar almas –predicando en las cárceles, en las calles y trabajando en la iglesia. Mientras estaba parado en la esquina de una calle, un día, un chico que yo conocía se me acercó y me pidió que le hiciera un favor. “No te pediría que hicieras esto,” explicó, “pero ya se me ha hecho tarde y le prometí a mi novia que le traería un amigo para su prima, quien ha venido de otra ciudad a visitarla. ¿Vendrías conmigo y me ayudarías a salir de esa dificultad? Te estaré agradecido para siempre, y te prometo que no estaremos más de 30 o 40 minutos, y que no fumaremos, beberemos, ni bailaremos mientras tu estés ahí.” Vacilando un poco fui con él para sacarle de ese aprieto.

Cuando llegamos a la casa de su novia, ella me presentó a su prima. Acabamos de sentarnos cuando pusieron un disco en el fonógrafo y empezaron a bailar. Cuando la prima de la novia de mi amigo me pidió que bailara, le dije, “no, gracias, yo no bailo.”

Ella me miró como si yo acabara de venir de Marte y dijo, “¿no bailas? ¿Por qué?” “Porque soy una nueva criatura”, le contesté. “¿Qué quieres decir con que eres una nueva criatura?” Entonces le cité 2 Corintios 5:17, “Por lo tanto si alguno está en Cristo, nueva criatura es: Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” Hubo un tiempo cuando yo estaba interesado en cosas como el bailar, pero ahora mi vida es diferente. He sido hecho una nueva criatura en Cristo, con nuevos intereses y nuevos deseos.” Mientras el disco continuaba tocando y la otra pareja bailaba, yo seguí dándole a la chica mi testimonio de fe en Cristo. Las palabras empezaron a apretar su corazón con convicción y empezó a llorar. Cuando el disco terminó, el chico vio lo que estaba pasando. El se dio la vuelta hacia mí y me dijo, “vámonos2, y me llevó a mi casa.

No importaba donde estuviera –en las cárceles, en las calles, en la escuela o en la iglesia- siempre estaba listo para dar mi testimonio a toda persona con la que tuviera contacto, de que había nacido de nuevo y que era una nueva criatura en Cristo Jesús. Y si confesamos esto, hará una gran diferencia en nuestras vidas. Yo no era tentado por las cosas del mundo porque constantemente confesaba quera una nueva criatura en Cristo Jesús.

Redención De La Maldición De La Ley

EFESIOS 1:7,8

7 En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia .
8 Que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia.


Nótense las palabras “en quien tenemos redención…” Qué agradecidos debemos estar porque no estamos tratando de alcanzarla, ya la tenemos. No la tendremos algún día, sino que ya la tenemos. El dominio de Satanás ha sido roto, él perdió su dominio sobre nuestras vidas en el mismo momento en que nos volvimos nuevas criaturas. Recibimos un nuevo Señor. Jesucristo reina sobre nosotros. Satanás era nuestro Señor, pero ahora Jesús es nuestro Señor (Romanos 10:9 dice, “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor…” o a Jesús como Señor.) El dominio de Satanás terminó, el dominio de Jesús empezó en el momento en que lo aceptamos como Señor y nacimos de nuevo.

¿De qué y de quién somos redimidos? Cuando esta pregunta es hecha, mucha gente dice: “soy redimido del pecado”. Y esa es parte de la respuesta, pero ni siquiera está cerca de ser toda la respuesta. Gálatas 3:13 dice, “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero). Somos redimidos de la maldición de la Ley. Para averiguar qué es la maldición de la ley, debemos regresar a los cinco primeros libros de la Biblia. Ahí vemos que la maldición de la ley o el castigo por quebrantar la Ley de Dios es tripartita: pobreza, enfermedad y la segunda muerte. Dios nos ha redimido de la maldición de la pobreza, de la maldición de la enfermedad, y de la maldición de la muerte- de la muerte espíritu ahora y de la muerte física cuando Jesús venga otra vez. No debemos temer de la segunda muerte.

HECHOS 17:28

28 Porque en El vivimos, y nos movemos, y somos…

¡Qué almacén tan vasto de poder pasamos desapercibido muchas veces! En El, en Cristo nuestro Salvador y Señor, tenemos vida, energía, fuerza para las tareas imposibles. No dice que podemos hacer estas cosas en nosotros mismos, pero a través de El, a través de Su poder, porque “en El vivimos y nos movemos, y somos.”

Liberación Del Poder De Satanás

Vamos a ver dos escrituras que, aunque no contienen las palabras “en El”, “en quien” o “en Cristo”, llevan algo del mismo mensaje de lo que tenemos en El. “Quien (Dios) nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.” (Col. 1:13). Este versículo dice que somos libres de la autoridad de las tinieblas, del poder de Satanás.

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4). La contraparte de este versículo en el Antiguo Testamento es encontrado en Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

Luego en el Nuevo Testamento encontramos, ¿Qué, pues diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?(Romanos 8:31). Podemos tomar esto como un mensaje personal para nosotros. Porque estamos bajo el nuevo pacto, podemos decir, “Gracias a Dios. El está en nosotros.” Esta es la mejor razón en la que puedo pensar para no tener miedo.

Una mujer me dijo, “Pero no es así en mi vida, yo sé que no lo es.”
Yo le contesté, “Dios dice que es así; tú dices que no. Por lo tanto, o tu o Dios está mintiendo al respecto. Si tú fueras a pararte delante de tu madre y la llamaras mentirosa, te sentirías muy mal, ¿no es así? Entonces, ¿cómo puedes esperar sentirte bien cuando te paras delante de Dios y dices: ‘¿Tu Palabra no es verdad?, no es así. ¿Tú eres un mentiroso?’ Para remedias esta situación tienes que empezar a confesar que es así, aunque pienses que no es así en tu vida. Entonces se volverá una realidad.”

Tenemos que poner nuestro pensar en línea con la Palabra de Dios, entonces nuestro creer será correcto. Cuando nuestro creer sea correcto, podremos empezar a confesar –decir, afirmar, dar testimonio, testificar- de la Palabra de Dios. Entonces tendremos éxito. ¡Entonces la vida será diferente para nosotros!

Texto Para Memorizar:
“Porque en El vivimos, y nos movemos, y somos…” (Hechos 17:18).

martes, 12 de enero de 2010

Lección 12: La Confesión De La Palabra de Dios Edifica La Fe

Siempre es posible saber si una persona está creyendo de forma correcta por lo que dice. Si su pensar es incorrecto, es porque su mente aún no ha sido renovada con la Palabra de Dios. Los tres - creer, pensar, decir - van juntos. Dios nos ha dado Su Palabra para corregir nuestro pensar. Nosotros podemos pensar de acuerdo con la Palabra de Dios.

En nuestro estudio sobre el tema de la confesión hemos tratado con tres tipos de confesión: la confesión de los pecados de los judíos, la confesión del pecador de hoy, y la confesión del creyente que está fuera de comunión con Dios. En esta lección veremos la confesión de nuestra fe en la Palabra de Dios.

Como ya lo mencionamos en una de las lecciones previas, siempre que la palabra "confesión" es usada, nosotros instintivamente pensamos en el pecado y en el fracaso. Pero ese es el lado negativo. Eso es importante en su lugar, claro, pero hay un lado positivo y la Biblia tiene mucho más que decir acerca del lado positivo que del negativo.

Las Cinco Partes De La Confesión

Confesar es afirmar algo que creemos. Es testificar de algo que nosotros sabemos. Es dar testimonio de una verdad que nosotros hemos abrazado. Nuestra confesión debe centrarse alrededor de cinco cosas:

(1) Lo que Dios en Cristo ha provisto para nosotros en su plan de redención.

(2) Lo que Dios, a través de Su Palabra y del Espíritu Santo, ha creado en nosotros en el nuevo nacimiento y en la plenitud del Espíritu Santo.

(3) Lo que somos para Dios Padre en Cristo Jesús.
(4) Lo que Jesús está haciendo por nosotros ahora a la diestra del Padre donde él vive siempre intercediendo por nosotros.
(5) Lo que Dios puede hacer por nosotros, o lo que Su Palabra puede hacer a través de nuestros labios.

La Confesión En Marcha - Predicando La Palabra
MARCOS 16:15-20
15 y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que noc reyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán a los que cree: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas.
18 Tomarán en las manos serpientes y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos y sanarán.
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían.

Dios obra a través de nosotros por su palabra a través de nuestros labios. Jesús dijo, "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura." Esa es la manera en que Dios obra a través nuestro. Nosotros llevamos la Palabra a los perdidos. Si no llevamos la Palabra al mundo, entonces perdemos el tiempo, orando para que Dios haga algo. En otras palabras, sería inútil orar por alguien que está perdido si no le lleváramos también el evangelio de la salvación. Si con solo orar pudiéramos conseguir que la gente se salvara, no tendríamos que mandar misioneros por todo el mundo. Solo tendríamos que orar para que todos entraran al reino. Sin embargo, el Espíritu Santo obra solamente en conexión con la Palabra.

En obediencia al mandato de Jesús de ir por todo el mundo y predicar el evangelio, los discípulos fueron predicando la Palabra por todas partes y el Señor trabajó con ellos y confirmó Su Palabra con señales. Dios no hizo anda hasta que los discípulos predicaron la Palabra. Entonces las señales seguían.

Hablando de señales que seguían, éstas no siguen a un individuo, sino que siguen a la Palabra. Habla la Palabra y las señales se encargarán de sí mismas. Tú no sigues las señales, las señales siguen la Palabra.

En la última iglesia que pastoreé, llegué a preocuparme porque no sucedían muchas señales en mi ministerio. Me encerré a orar por varios días, pidiéndole a Dios por más señales. Finalmente el Señor me habló y dijo: "Tú has estado orando para que yo confirme mi Palabra y sucedan señales. Pero todo lo que tienes que hacer es predicar la Palabra, y yo la confirmaré. Si tu predicas la Palabra, las señales seguirán. Si las señales no están sucediendo, entonces no estás predicando la Palabra.

Me sorprendí de esto, pero al examinar más cuidadosamente mi predicación, descubrí que era cierto. Había mezclado mucha tradición y muchas opiniones personales en mis sermones. Y Dios no va a confirmar tradiciones con señales.
A medida que empecé a predicar más de la no diluida, pura Palabra de Dios, comencé a ver que seguían más señales, ¡Mientras más predicaba la Palabra más señales tenía!
Dios se mueve solamente de acuerdo con Su Palabra. El ha magnificado Su Palabra por encima de Su nombre. Y no podemos esperar recibir ayuda de Dios si nos podemos en contra de Su Palabra, aunque éste sea un acto inconsciente por nuestra parte. Deberíamos tratar la Palabra de Dios con la misma reverencia que le demostraríamos a Jesús si él estuviera presente en el mundo natural.
La Confesión Dispersa El Temor
ISAIAS 41:10
10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
¿Has notado alguna vez, leyendo la Biblia, cuántas veces Dios ha dicho a Sus hijos "No temas"? Cuando Jairo pidió a Jesús que sanara a su hija, el Señor le dijo, "...no temas: Cree solamente, y será salva." (Lucas 8:50). Cuando Cristo les estaba enseñando a Sus discípulos, dijo, "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino." (Lucas 12:32).
Cuando el Señor le apareció a Isaac, renovando el pacto que había hecho con su padre Abraham, el Señor le dijo, "...No temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré..." (Génesis 26:24). Si Dios solo hubiera dicho, 'No temas', y nos hubiera dejado ahí, podríamos decir, "pero no puedo evitar el tener miedo." Pero El no solamente dijo, "No temas", El también dijo, "Porque yo estoy contigo." ¿Podemos creer que El está con nosotros y aún tener miedo? No. Si tenemos miedo, es porque le estamos dudando. "Pero". Alguien podría decir, "yo soy tan débil". Dios dijo, "Yo te esforzaré." "Pero soy tan indefenso", alguien podría decir. Dios dijo, "Yo te sustentaré."
SALMOS 119:28, 130
28 Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.
130 La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.
Es cierto que en nosotros mismos podemos ser débiles e indefensos, cargados de ansiedades y problemas. Pero en nuestro debilidad miramos a Su Palabra para recibir fuerzas, porque "La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples."
Nuestra confesión puede ser, "Dios está conmigo". Podemos decir, "...Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo." (1 Juan 4:4). "...Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Puedes estar enfrentándote a un problema que parece imposible. En vez de hablar acerca de lo imposible que es, míralo a Él, que está dentro de ti y confiesa, "Dios está en mí ahora." Te encontrarás con que tu confesión de fe hará que obre a tu favor. El se levantará dentro de ti y te dará éxito. ¡El Maestro de la Creación está en ti! Puedes enfrentarte a la vida sin temor porque sabes que mayor es el que está en ti, que cualquier fuerza que pueda ser organizada en contra tuya. Esta debería ser tu confesión continua.
La Confesión Aumenta La Fe
Sin confesión no hay fe. La confesión es el modo en que la fe se expresa a sí misma. La fe, como el amor, es del corazón, del espíritu. Y sabemos que no hay amor sin palabra o acción.
Con razonamiento no podemos meter ni sacar el amor de las personas. Es algo del corazón. Como la fe también es del espíritu o corazón, podemos decir con seguridad que no hay fe sin confesión. La fe crece con la confesión.
La confesión del creyente hace varias cosas en él. Primero, lo ubica. Segundo, arregla las fronteras de su vida. Nunca tendrás más de lo que confiesas.
MARCOS 11:23
23 Porque de cierto os digo que CUALQUIERA QUE DIJERE a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino CREYERE QUE SERA HECHO LO QUE DICE, LO QUE DICE LE SERA HECHO.
Si decimos que no podemos hacer algo, entonces por supuesto no podemos. Pero si decimos que podemos, entonces podemos. De acuerdo con Marcos 11:23, podemos tener cualquier cosa que digamos, o confesemos, sea creencia o incredulidad, éxito o fracaso, enfermedad o salud.
La razón por la que la mayoría de los cristianos, aunque sean sinceros, son débiles, es que nunca se han atrevido a hacer una confesión de lo que son en Cristo. Deberían averiguar cómo los ve Dios y luego confesarlo. Estos privilegios se encuentran mayormente en las epístolas del Nuevo Testamento, ya que fueron escritas a la iglesia. Cuando tu descubras todo lo que Dios tiene para ti, entonces confiesa con valentía lo que la Palabra de Dios declara que eres en Cristo. A medida que hagas esto, tu fe va a abundar.
La razón por la cual la fe es ahogada y detenida en cautiverio es que nunca te has atrevido a confesar lo que Dios dice que eres. Recuerda, la fe nunca crece más allá de tu confesión. Tu confesión diaria de lo que el Padre es para ti, de lo que Jesús está haciendo para ti ahora a la diestra del padre, y de lo que Espíritu Santo está haciendo en ti edificará una vida sólida de fe positiva.
No tendrás temor de ninguna circunstancia. No tendrás temor de ninguna enfermedad. No le temerás a ninguna situación. Enfrentarás la vida sin temores, serás un vencedor. Y para ser un vencedor, debes confesar que lo eres. "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Viendo de nuevo la escritura en Romanos 10:10, vemos en forma de cápsula la Ley de Dios de la fe: "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación." Para conseguir algo de Dios, primero debemos Creer en nuestro corazón lo que la Palabra dice. Luego debemos confesar con nuestra boca que es así. Por ejemplo, para ser salvo un hombre debe creer en su corazón y entonces confesar con su boca que Jesús murió por él de acuerdo a las escrituras, y que fue levantado de los muertos para ser justificación. Como resultado, recibirá (o verá) la respuesta a su oración. Creerlo, confesarlo, recibirlo. "...Cualquiera que CREYERE que será hecho lo que DICE, LO QUE DIGA LE SERA HECHO." (Marcos 11:23)
A medida que estudias la Palabra de Dios y aprendes lo que la Palabra dice que eres, quien eres, y lo que tienes en Jesucristo, aunque no te parezca real al principio, empieza a confesar, "Sí, es mío, de acuerdo con la Palabra de Dios." Entonces averiguarás que la confesión de fe crea realidad.
align="justify">Texto Para Memorizar:
"Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho." (Marcos 11:23)

lunes, 11 de enero de 2010

Lección 11: La Confesión Restaura La Comunión Rota

En nuestros estudios sobre el tema de la Confesión hemos cubierto los primeros dos tipos: la confesión de los judíos, y la confesión del pecador de hoy en día. En esta lección trataremos sobre la confesión del creyente que está fuera de la comunión con Dios.

En el Salmo 137 vemos un ejemplo dramático de comunión rota. Como resultado del pecado, Israel había sido llevado a Babilonia.

SALMO 137:1-4

1 Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos acordándonos de Sión.
2 Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.
3 Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo; cantadnos algunos de los cánticos de Sión.
4 ¿Cómo cantaremos cánticos de Jehová en tierra de extraños?

En este pasaje Israel lamenta su cautividad. El pueblo de Dios recordaba a Sión, peroa hora están tristes y sus arpas estaban colgadas sobre los sauces. Ellos no podían cantar "cántico de Jehová en tierra de extraños." La fe no tiene cántico cuando la comunión está rota. Nosotros perdemos nuestro testimonio en el mismo momento en que pecamos. El pecado siempre apara la luz. La fe tiembla en la obscuridad de comunión rota.

La Confesión Trae Perdón

1 JUAN 1:3-10

3 Lo que hemos visto y oído, eso es anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
5 Este es el mensaje que hemos oído de él y os anunciamos: Dios es la luz y no hay ningunas tinieblas en El.
6 Si decimos que tenemos comunión con El, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
7 Pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jescuristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
8 Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9 Si confemos nuestros pecaods, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecaods, y limpiarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado le hacemos a El mentiroso, y su Palabra no está en nosotros.

Nótese que la palabra "comunión" es mencionada cuatro veces en estos versículos. Estas palabras, las cuales son escritas para el creyente y no para el pecador, fueron dadas, primero, como una advertencia contra la comunión perdida, y segundo, para mostrar el camino para regresar a la comunión con el Señor.

El versículo 6 dice, "Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad." En otras palabras, si estamos fuera de comunión y declaramos que andamos bien, no estamos diciendo la verdad. Pero El dice que si nosotros confesamos los pecados, El es "fiel y justo para perdonar pecados, y para limpiarnos de toda maldad."

Un punto que debemos aclarar aquí es que si has pecado, lo sabrás. En el mismo instante en que hagas algo malo, algo dentro de ti te lo dirá. El Espíritu Santo, el cual habita dentro del creyente instantáneamente te hará saber que has cometido pecado. Si no damos en el blanco en alguna manera, es importante que no esperemos, que nos detengamos ahí mismo y pidamos al Señor Su perdón. El nos perdonará, y continuaremos andando en comunión con El.

El Perdón Restaura La Comunión

Cuanto tu has confesado tus pecados, El te perdona en ese mismo momento y tu estás ante Su presencia como si nunca hubieras pecado. No es necesario continuar confesando esos mismos pecados una y otra vez, porque esto acrecienta la debilidad, la duda y la conciencia de pecado dentro del espíritu.

Si lo confesaste una vez, El lo perdonó y El lo olvidó. El no se acuerda de eso. "Y, Yo soy el que borra tus rebeliones por amor de mi mismo, y no me acordaré de tus pecados" (Isaías 43:25). Y en Jeremías 31:34 leemos, "...Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado."

Si Dios no se acuerda más de ese pecado que rompió tu comunión con El, ¿por qué debes recordarlo tu? No es el Espíritu Santo el que te está confenando. Es Satanaás tratando de abusar de ti. El Salmo 103:1-3 dice, "Bendice alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios: El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias."

Algunas veces hay personas que me piden que ore por ellas y dicen, "No sé si el Señor me va a oir o no, porque he pecado y fallado." Sin embargo, si ellos le han pedido perdón a Dios, El no se acuerda de que ellos han hecho algo malo. Así que, ¿por qué deben ellos recordarlo? Sin necesidad, se han hablado a sí mismo, tal y como Dios desea perdonarle. Demasiadas personas se han robado de fe a sí mismas porque no estaban dispuestas a perdonarse a sí mismas.

El Perdón En Sanidad

SANTIAGO 5:14,15

14 ¿Hay alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Estos versículos son frecuentemente usados en conección con la oración para sanidad y está bien. Pero no debemos pasar desapercibida la última parte - "...Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados."

Muchas veces al ver que alguien se ha enfermado que nosotros sabemos está fuera de comunión con el Señor, pensamos, "él ha hecho algo malo; ahora va a recibir los resultados de su mala actuación. Está enfermo por causa de su pecado." Algunas veces la comunión rota causará enfermedad. Pero la Palabra de Dios dice, "Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados."

Yo he conocido a personas quienes han pensado que tenían que quedarse en el lecho de aflicción indefinidamente y que habían fallado y pecado. Esto no es necesario, sin embargo, porque la escritura dice, "la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; Y SI HUBIERE COMETIDO PECADOS, LE SERAN PERDONADOS." Hay perdón en la sanidad.

HEBREOS 10:1-4

1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.
2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.
3 Pero en estos sacrificios cada años se hace memoria de los pecados;
4 Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

Esta es la historia del fracaso de la sanfre de los toros cabríos para quitar los pecados. Su sangre solamente podía cubrirlos. El pecado lo ddejaba en el corazón de los hombres. Y con el pecado había conciencia de pecado. Pero en nuestra redención en Cristo, Jesús nos ha redimido de la conciencia de pecado. "Si nosotros confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y para limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9). Tu no debes tener más conocimiento de tu pecado. Dios no lo tiene, ¿por qué deberías tenerlo tu? Así puedes ver con qué confianza y seguridad puedes acudir a él en oración, sabiendo con certeza que El te escucha.

Texto Para Memorizar
"Si confesamos neustros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).

viernes, 8 de enero de 2010

Lección 10: La Confesión: Llave Para Abrir La Fe

Muy pocos cristianos se dan cuenta del lugar que la confesión ocupa en el esquema de las cosas de Dios. Y es deplorador el hecho de que cada vez que usamos la palabra "confesión", invariablemente la gente piensa en la confesión, de pecados, debilidades y fracasos. Ese es el lado negativo de la confesión, pero hay un lado positivo. Y la Biblia dice más acerca de los aspectos positivos de la confesión que de los negativos.
El diccionario dice que confesar es "admitir o apropiarse, admitir la fe adentro". Confesar, de acuerdo con el diccionario, significa hacer confesión de las culpas de uno.
Hay cuatro clases de confesiones de las que se habla en el Nuevo Testamento: (1) Las enseñanzas de Juan el Bautista acerca de la confesión de pecados de los judíos; (2) La confesión del pecador de hoy en día; (3) La confesión de pecados del creyente cuando está fuera de comunión con Dios; y (4) La confesión de nuestra fe en la Palabra de Dios.
La Confesión de los Pecados De Los Judíos
Es importante que sepamos distinguir entre los pecados de los judíos bajo el primer pacto, a quienees Jesús y Juan el Bautista estaban hablando, y los pecados del no creyente d ehoy, quien nunca ha conocido a Cristo.
MATEO 3:5,6
5 Y salía a él Jerusalen y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán.
6 Y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.
Aquí tenemos un cuadro del pacto de Dios confesando sus pecaod sy siendo bautizados por Juan. Este no es el bautismo del cristiano. Jesús no había muerto y resucitado. Juan no bautizaba en el nombre del Padre. Esta gente eran judíos bajo la Ley.
La Confesión Del Pecados de Hoy
JUA 16:7-11
7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere os lo enviaré.
8 Y cuando él venga, convencerá el mundo de pecado, de justicia y de juicio.
9 De pecado, por cuanto no creen en mí;
10 De justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más.
11 Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Nótense las palabras de Jesús en el versículo 9: "De pecado, por cuanto no creen en mí." Jesús nos muestra que el pecador será convencido por el Espíritu Santo de un solo pecado, y ese es "por cuanto no creen en mí." Cuantas veces hemos insistido en que el pecaods confesara todos los pecados que habá cometido para poder ser salvo. Sin embargo, él no podía confesar todos los pecados que había cometido. No podía recordar todo lo que había hecho. La principal confesión que el pecador puede hacer es el señorío de Jesús.
En Hechos 19:18 leemos, "Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos." Estos eran gentiles. No dice lo que confesaron, pero es evidente según el versículo siguiente que ellos estaban confesando las artes máficas que practicaban. "Asímismo, muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos..." (v. 19). No estaban confesando stas cosas para ser salvos, porque ellos ya eran salvos. Las trajeron porque eran salvos. Después de ser salvos, fue más fácil hacerlo. Muchas veces la gente ha tomado la carreta antes que el caballo. Les dicen a la gente que todavía no es salva, "tu vas a tener que dejar esto y vas a tener que renunciar esto o aquello antes que puedas ser salva." Pero lo más importante es que acepten el señorio de Jesús. Entonces esas cosas se ocuparán de sí mismas.
Había una familia en la última iglesia que pastoreé, en la cual la esposa era salva pero el esposo no. Cuando les visité e invité al esposo a venir a la iglesia, él me dijo, "no, no quiero ir a la iglesia, porque cuando lo hago me siento incómodo. Me siento bajo culpabilidad. Recientemente esta mañana, mi esposa me preguntó por qué no dejaba esto o aquello para ser salvo. Ella no lo sabe, pero hace semanas que llevo tratando de dejar estas cosas, pero siempre vuelvo a ellas. Lo he intentado y he fallado. No tiene sentido que yo vaya a la iglesia. Simplemente no puedo vivirlo."
Aqui hay un ejemplo de confesión al revés. El estaba tratando de limpiar su vida y dejar todos sus malos hábitos. El estaba tratando de hacerlo por sí mismo para poder alcanzar la salvación. Pero lo que él tenía que hacer era simplemente confesar el señorío de Jesús. "Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo." (Romanos 10:9).
El pecador ha servido a Satanás. El es culpable solamente de un pecado ante los ojos de Dios y ése es el rechazar a Jesús como Salvador y Señor. Dios requiere que el pecador confiese el señorío de Jesús. El requerir que el pecador confiese sus pecados antes que Dios pueda hacerle una nueva criatura no tiene más sentido que si el gobernador de un estado le dijera a un convicto en prisión, "yo te absolveré si confiesas que estás en prisión." Es un hecho autoevidente que está en la cárcel. Del mismo modo es un hecho autoevidente que el pecador es un hijo del diablo. Lo que debe confesar es el señorío de Cristo. Debe estar realmente arrepentido de los pecados del pasado y apartarse de ellos, abandonándolos por completo, y admitiendo su necesidad de un Salvador. Entonces debe permitir que Jesús domine su vida diaria.
Nótense también las palabras, "Si confesares con tu boca..." Tiene que haber una confesión oral. Los labios deben enmarcar las palabras. La confesión no es solamente algo que hacemos para nosotros, sino también para el mundo alrededor nuestro y para Satanás, quien ha gobernado nuestras vidas.
Mientras dirigía una reunión en Dalas, Texas, hace unos cuantos años, avarios hombres en la iglesia se me acercaron pidiendo oración por cierto hombre que todavía no era salvo, aunque había estado viniendo a sus reuniones de oración matutinas cinco días por semana, durante seis meses.
Cuando lo conocí unas noches después en un estudio bíblico del sábado por la noche que yo estaba dirigiendo especialmente para los hombres que trabajaban y no podían asistir a nuestras reuniones diurnas, el Señor inmediatamente me habló al corazón y me mostró cuál era el problema. Tuvimos algunos testimonios en esta reunión, entonces le pedí a este hombre que se levantara y diera su testimonio. Sorprendido, vaciló y dijo, "¿Por qué? Yo no puedo. Todavía no soy salvo." Entonces le pedí que buscara en su Biblia Romanos 10:9,10 y leyera estos versículos en voz alta. Él leyó, "Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."
Cuando le pedí que leyera la última frase otra vez, él repitió, "Pero con la boca se confiesa para salvación."
Yo dije, "Ciertamente usted no puede ser salvo hasta que confiese. Es con la boca que la confesión se hace para salvación, de acuerdo a las escrituras que usted acaba de leer. Ahora póngase en pie y confiese que usted es salvo."
"Pero yo no me siento que soy salvo", respondió.
"Tal vez no", le dije, "pero usted ha estado viniendo a esta iglesia muy temprano cada mañana por seis meses orando para ser salvo."
"Sí, yo me he arrepentido y he orado, llorado y suplicado a Dios por perdón", dijo él. "Entonces todo lo que le falta es mantenerse firme en este versículo", le dije. Entonces, algo vacilante, él se puso en pie y dijo, "Bien, yo creo en estos versículos, que Jesús murió por mis pecados y fue resucitado de los muertos, y que Dios lo levantó para mi justificación. Así que lo tomo como mi Salvador y lo confiesa como mi Señor." Entonces rapidamente se sentó.
Para dirigir la atención lejos de él, llamé a otro hombre para testificar. Varios otros también testificaron.
Mirando de nuevo a aquel hombre noté que su rostro estaba brillando con la gloria de Dios. Me volví a él y le dije, "¿Ahora le gustaría testificar otra vez?"
El saltó sobre sus pies y dijo, "Cuando hice aquella declaración, cuando confesé a Jesús como mi Señor, algo pasó dentro de mí", y continuó alabando al Señor con gozo.
Yo le dije, "¡Claro que algo le pasó a usted! Vida eterna fue impartida a su espíritu."
Confesión En Público
MATEO 10:32,33
32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Nótese que en estos versículos Jesús establece que nuestra confesión debe ser pública. La confesión pública es realmente el rompimiento con el mundo. Define nuestra posición. Muestra nuestro cambio de señorío. La confesión del señorío de Jesús nos pone inmediatamente bajo supervisión, cuidado y protección. Antes de esto Satanás era nuestro señor, pero ahora Jesús es nuestro Señor. No solamente nos confesamos esto a nosotros mismos y al mundo, sino que se lo confesamos al diablo. De esta manera nos salimos de su sujeción y obtenemos la victoria a través de Jesús.
Texto Para Memorizar:
"Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10:10).

jueves, 7 de enero de 2010

Lección 9: Lo Que Significa Creer Con El Corazón (Parte 2)

Las cosas espirituales son tan reales como las cosas materiales. Dios es una persona tan real como si tuviera cuerpo físico, aunque no lo tiene. El es Espíritu. Jesús tiene un cuerpo físico ahora, un cuerpo de carne y hueso, pero no carne y sangre. Después de la resurrección, El apareció a sus discípulos, y ellos pensaron que era un espíritu (o un fantasma). Jesús dijo, "...palpad y ved... porque un espíritu no tiene carne ni huesos..." (Lucas 24:39).


En otra ocasión mientras Pedro y algunos de los otros discípulos estaban pescando, ellos vieron a Jesús en la ribera. El los llamó, y ellos fueron a Él y comieron juntos, el pescado que El había cocinado en el fuego. Así que El tiene un cuerpo físico ahora, un cuerpo de carne y huesos, resucitado. Y Jesús, quien está ahora en el cielo con su cuerpo físico, no es más real que el Espíritu Santo.


Nótese que no decimos que Dios es espíritu, pero sí que es un Espíritu. Algunos piensan que Dios es espíritu, tomándolo como cierta influencia impersonal. Aunque decimos que Dios es un Espíritu, eso no quiere decir que El no tiene una figura o forma en el terreno espiritual, porque sí lo tiene. Los ángeles son espíritus, aun así los ángeles tienen forma o un cuerpo espiritual.


En una ocasión cuando los israelitas habían sido sitiados por el ejército sirio, el sirviente del profeta Eliseo estaba lleno de temor al ver las huestes enemigas de caballos y carros, rodeando la ciudad. Eliseo simplemente le dijo, "No temas: Porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos. Y Eliseo oró, y dijo, Señor abre sus ojos, para que él pueda ver. Y el Señor abrió los ojos del joven; y él vio: y, he aquí, que el monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo." (2 Reyes 6:16, 17). Algunas veces, según Dios lo quiera, ángeles pueden tomar una forma en el terreno material donde pueden ser vistos.


En Éxodo 33 leemos que Dios habló a Moisés "cara a cara" (versículo 11), aunque Moisés no vio la cara de Dios porque había una nube. "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá" (v. 20). Entonces dijo Dios a Moisés, "Y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro." Aunque Dios es un Espíritu, nosotros sabemos que tiene rostro y manos - algún tipo de forma. El no es menos real por ser un Espíritu, de lo que sería si El tuviera un cuerpo físico. Las cosas espirituales son tan reales como las materiales.

2 CORINTIOS 5:1, 6:8

1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor:
7 (Porque por fe andamos, no por vista).
8 Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes en el Señor.

Cuando nuestro cuerpo es puesto en una tumba, todavía tenemos un edificio de Dios, no hecho de manos y viviremos eternamente en los cielos. ¿Quién estará ausente del cuerpo? Nosotros - el hombre real - el hombre interior.

En 1 Pedro 3:4 nuestro espíritu es llamado "el interno, el del corazón." Aquí vemos la palabra "corazón" otra vez. El hombre interior, nuestro espíritu, es llamado el interno. El es un hombre del corazón, del espíritu. El es interno del hombre físico o natural. En Romanos 7:22 el espíritu es llamado el "hombre interior" ("Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios"). Así que este "hombre interior" y el "hombre interno" nos dan la definición de Dios del espíritu humano.

El hombre real es espíritu, tiene un cuerpo y un alma. Con su espíritu él hace contacto con el mundo espiritual. Con el alma hace contacto con el área intelectual. No podemos hacer contacto con Dios con nuestra mente. Tampoco podemos tener contacto con Dios con nuestro cuerpo. Podemos tener contacto con Dios solamente con nuestro espíritu.

La Palabra de Dios - Llave Para La Fe Del Corazón

Cuando oímos la Palabra de Dios predicada, la oímos con nuestra mente natural. (Antes de ser cristianos, el Espíritu Santo, a través de la Palabra, habló a nuestro corazón o nuestro espíritu.) Leemos en 1 Corintios 2:14, "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios..." Una traducción dice, "El hombre natural o la mente natural no puede entender las cosas del Espíritu de Dios, porque son tontería para él. Tampoco puede él saberlas porque son discernidas espiritualmente."

No entendemos la Biblia con la mente, la entendemos espiritualmente. La entendemos con el espíritu o el corazón. Esa es la razón por la cual podemos leer ciertos pasajes docenas de veces y leer ciertos pasajes docenas de veces y no entender su significado verdadero. Luego un día de repente vemos lo que Dios nos está mostrando a través de Su Palabra. Es en ese momento que lo entendemos con el corazón. Tenemos que tener la revelación de la Palabra de Dios en nuestro corazón. Por eso, tenemos que depender del Espíritu de Dios para que nos abra y nos descubra el velo de la Palabra a nosotros.

Por lo tanto, creer con el corazón significa creer con el espíritu. ¿Cómo es que nuestro espíritu alcanza fe que nuestro intelecto no puede obtener? La respuesta es: a través de la Palabra. Cuando Jesús dijo, "...No solo de pan vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios." (Mat. 4:4), El estaba hablando de alimento espiritual. El usó un término natural para enseñar un pensamiento espiritual. Nuestros espíritus se llenan de seguridad y confianza a medida que meditamos en la Palabra. La Palabra es el alimento del espíritu y de la fe. La Palabra de Dios es el alimento que fortalece nuestros espíritus.

Creer con el corazón significa creer sin tomar en cuenta lo que nuestro cuerpo físico nos pueda decir o lo que nuestros sentidos físicos puedan indicar. Esto es porque el hombre físico cree lo que ve con sus ojos físicos o lo que oye con sus oídos físicos, o lo que su sentir físico le diga. Pero el espíritu, o el corazón, cree en la Palabra sin prestar atención a lo visto, oído o sentido.

PROVERBIOS 3:5-7

5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos, y El enderezará tus veredas.
7 No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal.

La mayoría practica el versículo 5, pero lo hace al revés. Ellos se fían de toda su prudencia y no se apoyan en su propio corazón. Santiago 1:19 dice, "Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse." Este es otro versículo que estamos inclinados a practicar al revés. Somos prontos a hablar, prontos para airarnos, pero tardos para escuchar.

Luego el versículo 6 en el pasaje de escritura mencionado anteriormente dice, "No seas sabio en tu propia opinión." En otras palabras, "no seas sabio con conocimiento humano natural, el cual te hará actuar independientemente de la Palabra de Dios".

En el Nuevo Testamento encontramos la contraparte de esta escritura. "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos (razonamientos) y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo." (2 Cor. 10:4, 5).
Paz - Un Resultado De La Fe Del Corazón

Si queremos andar por fe, la Palabra debe estar por encima de cualquier otra cosa. Y mientras confiamos en Dios con todo nuestro corazón, una tranquilidad y paz vienen a nuestro espíritu. "Pero los que hemos creído entramos en el reposo..." (Heb. 4:3). "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Fil. 4:19). Sabemos en nuestro espíritu que todo lo que necesitamos será suplido. No nos preocupamos. No tenemos ansiedad. Si nos estamos preocupando, entonces no estamos creyendo. Nuestro corazón se llena de valor al leer la Palabra. A medida que vamos meditando en esta Palabra, nuestra seguridad se hace más profunda. Esta seguridad en nuestro espíritu es independiente de nuestro razonamiento humano o evidencia física. Pero creer en Dios con el corazón significa creer aparte de nuestro cuerpo.

La doctora Lilian Yeomans dijo, "Dios se deleita cuando Sus hijos atraviesan el doloroso vacío sin anda más debajo de sus pies que la Palabra de Dios."

La razón por la que muchas personas son vencidas es que lo aceptan. Pero la Palabra de Dios dice, "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). El Espíritu Santo se levanta dentro de nosotros y sabemos que no podemos ser vencidos. ¡Nosotros sabemos porque creemos!

Texto Para Memorizar
"Fíate de Jehová con todo tu corazón; y no te apoyes en tu propia prudencia" (Proverbios 3:5).

Lección 5: La Fe En Acción (Parte I)

En ambos, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento vemos ejemplos de cómo el pueblo de su fe en acción, fueron capaces de realizar hechos grandiosos. Grandes milagros fueron llevados a cabo por hombres humildes, quienes en simple fe crédula, actuaron en la Palabra de Dios.

La Fe en Acción en El Antiguo Testamento

JOSUÉ 6:2-5, 16, 20

2 Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.
3 Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.
4 Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.
5 Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.
20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.


En el versículo 2 leemos que Dios le dijo a Josué que Él había entregado la ciudad de Jericó “en su mano”. Esto no significaba, sin embargo, que Josué y el pueblo de Israel podían sentarse y relajarse, mientras la ciudad automáticamente llegaba a ser suya. Tuvieron que hacer algo.

Dios les dio instrucciones explícitas de cómo ir a tomar la posesión de la tierra que Él ya les había dado, pero ellos tenían que creer esa Palabra y actuar en ella. Su actuación en la Palabra fue su fe en acción.

Tenían que marchar alrededor de los muros de la ciudad una vez al día por seis días. En el séptimo día. Tenían que marchar alrededor de la ciudad siete veces. Luego cuando los instrumentos de música les sonaran, tenían que gritar. Nótese que ellos gritaron mientras los muros todavía estaban de pie. Cualquiera puede gritar cuando los muros se han derrumbado –para hacer esto no se necesita fe. Pero ellos pusieron su fe en acción. Ellos “gritaron con gran vocerío”, y el muro se derrumbó.

Demasiadas personas están sentadas esperando que algo suceda. Ellos están más o menos inertes con una fe pasiva en vez de una fe activa, esperando que algo suceda. Conocí a un hombre así hace algunos años en Colorado. No tenía trabajo. Tenía una esposa y cinco hijos, y estaba esperando a que algo sucediera. Pero lo único que sucedía eran más cuentas a pagar. Él necesitaba ponerse a trabajar. Todos tenemos ciertas obligaciones y no podemos quedarnos en casa y esperar que algo nos venga a nosotros. Pero si oramos, creemos y entonces actuamos, algo sucederá.

La Fe en Acción en el Nuevo Testamento

LUCAS 5:18-20;24, 25

18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él.
19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús.
20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.
24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.

Mientras Jesús estaba en una casa enseñando, unos hombres le trajeron a su amigo a Jesús para que lo sanara. El hombre era paralítico y estaba postrado en cama. La multitud era tan grande que estos hombres no podían llegar hasta donde Jesús estaba. Pero en vez de rendirse, ellos tomaron la determinación de encontrar un medio de llevar a su amigo a Jesús. Se subieron al techo y por una abertura al tejado, bajaron al hombre con el lecho dentro del cuarto delante del Señor.

¿Por la fe de quién se realizó este milagro –el hombre en el lecho, o los amigos que lo trajeron a Jesús? La escritura dice, “al ver él la fe DE ELLOS…” La palabra “ellos” es plural. Fue la fe de todos ellos. Hubiera sido fácil para los amigos del hombre, al ver la gran multitud rodeando a Jesús, haberse encogido de hombros, rendirse y haber regresado a casa diciendo, “bueno, por lo menos hemos tratado. Hicimos lo que pudimos.” Pero ellos no se dieron fácilmente por vencidos. Ellos encontraron una manera de llevar a su amigo con Jesús.

El hombre enfermo demostró tener una gran fe también, porque ¿cuántos inválidos permitirían ser subidos a un tejado? Más aún, cuando Jesús le dijo que se levantara y caminara, él no estaba mejor. Él estaba allí acostado tan indefenso como siempre. Él podría haber dicho, “¿Levántate y anda? ¿Es que no has visto que estos hombres me han traído hasta aquí? Yo no me puedo levantar. Tendrás que sanarme primero.” Pero no, cuando Jesús le dijo que se levantara, él comenzó a moverse y al hacerlo, el resultado fue la sanidad. Si él se hubiera negado a actuar en la Palabra del Maestro, no hubiera recibido la sanidad. Pero como actuó, recibió.

La Fe En Acción En El Siglo Veinte

En los tempranos días del movimiento pentecostal, una mujer evangelista estaba ministrando a cuatro personas en sillas de ruedas. En un tono muy bajo ella dijo, "Levántese y anden en el Nombre de Jesús." Tres de estos se levantaron y caminaron. El cuarto dijo, "No puedo caminar."

"Los otros no podían caminar tampoco," dijo la evangelista, "pero lo hicieron." "Ya sé que lo hicieron," dijo la mujer inválida, "pero yo no puedo. Hace años que no he caminado." Y la evangelista tuvo que irse y dejarla allí sentada. Los otros actuaron su fe y cosecharon los resultados.

En un iglesia donde yo estaba ministrando había un hombre que se había quemado la parte inferior de su cuerpo, quedando imposibilitado para caminar. Sólo deslizaba los pies sobre el suelo. Durante el sericio de sanidad una noche este hombre pasó adelante para recibir oración. El Señor me había diicho qué hacer, y cuando llegué a él le dije, "¿puédes correr?" Sorprendido ante tal pregunta, dijo, "Oh no, ni siquiera puedo caminar, mucho menos correr."

Entonces le dije, "El Señor me ha dicho que te diga que corras." El hombre no lo pensó dos veces, se dió la vuelta y empezó a deslizarse por el pasillo tan rápidamente como pudo. Hizo esto alrededor de la iglesia tres o cuatro veces, y cuando regresó al frente estaba andando normalmente. ¡El hombre estaba perfectamente curado! El activó su fe.

En el servicio de la noche siguiente vimos otro milagro como resultado del primero. Dos ancianos caballeros respondieron a la invitación para ser salvos - algo que no se ve con frecuencia. Supe más tarde que esos hombres eran hermanos, de setenta y dos y setenta y cuadro años de edad. Parece ser que estos hermanos eran vecinos del hombre que había sido sanado la noche anterior. Cuando vieron al hombre inválido afuera trabajando en su jardín el día siguiente, pensaron que había salido afuera a gatas. Pero entonces lo vieron levantarse en pie y derecho, y caminar alrededor de la casa. Se apresuraron para ver lo que había sucedido, y él les contó sobre la sanidad y lo que el Señor había hecho por él. Como resultado los dos hombres vinieron al servicio esa noche y dieron sus corazones al Señor.

Una de las mejores definiciones de la fe es: Si crees, vas a actuar. Si crees la Palabra de Dios, actuarás como si fuera verdad. "Ahora es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." (Heb. 11:1). La fe es dar substancia a las cosas por las que se espera.

Texto Para Memorizar:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11:1).

miércoles, 6 de enero de 2010

Lección 8: Lo Que Significa Creer Con El Corazón (Parte 1)

Por años busqué una explicación satisfactoria de lo que significa creer con el corazón. Leí en marcos 11:23 donde dice, “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en SU CORAZÓN, sino creyere que será hecho.” Romanos 10:10 también habla de creer con el corazón. “Porque CON EL CORAZÓN se cree para justicia…

La palabra “corazón” que es usaba en estas escrituras no se refiere el órgano físico que hace circular la sangre a través de nuestro cuerpo y nos mantiene vivos. Eso sería creer en Dios con nuestro cuerpo. No podríamos creer con nuestro corazón físico más de lo que podríamos creer con nuestra mano o nuestro dedo. La palabra “corazón” es usada para transmitir un pensamiento.

Nótese como usamos la palabra “corazón” hoy en día. Cuando hablamos del corazón de un árbol, nos referimos al centro, el mismo núcleo. Cuando hablamos del corazón de un tema, nos referimos a la parte más importante de ese tema, al mismo centro, la parte principal alrededor de la cual gira el resto del tema. Y cuando Dios habla del corazón del hombre, El se está refiriendo a la parte principal de él, el mismo centro de su ser, el cual es su espíritu.


El Hombre Es Un Espíritu

1 TESALONICENSES 5:23

23 y EL MISMO Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, ESPIRITU, ALMA y CUERPO, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Los términos, “espíritu del hombre” y “corazón del hombre”, son usados intercambiablemente en toda la Biblia. Sabemos que el hombre es un espíritu porque es hecho a la imagen y semejanza de Dios, y Jesús dijo, “Dios es Espíritu” (Juan 4:24). No son nuestros cuerpos físicos los que se asemejan a Dios, porque la Biblia dice que Dios no es un hombre. Recuerda que hay un hombre interior y un hombre exterior. El hombre es un espíritu, tiene un alma y vive en un cuerpo.

Pablo dijo en su carta a los romanos, “Pues no es judío, el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la CIRCUNCISION ES LA DEL CORAZON, EN EL ESPIRITU, no en la letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.” (Romanos 2:28-29). Según este texto, el corazón es el espíritu.

Hablándole a Nicodemo, Jesús dijo, “…Es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Nicodemo, siendo humano, sólo pudo pensar en lo natural, y por eso preguntó, “…¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez al vientre de su madre y nacer?” (Versículo 4). Jesús contestó “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del espíritu, espíritu es” (versículo 6). El nuevo nacimiento es un renacimiento del espíritu humano.

En el capítulo 4 del evangelio según San Juan también leemos donde Jesús le dijo a la mujer en el pozo de Samaria, “Dios es Espíritu: y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:24). No podemos ponernos en contacto con Dios con nuestro cuerpo o con nuestra mente. Solamente podemos tener contacto con Dios con nuestro espíritu.

1 Corintios 14:14 dice, “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.” El espíritu no es la mente. Algunas personas creen erróneamente que la mente es el espíritu. Sin embargo, como lo indica este versículo sabemos que cuando hablamos en lenguas, esto no viene de nuestras mentes, o de nuestro propio pensar humano, sino de nuestro espíritu, de lo más profundo de nuestro ser, del Espíritu Santo en nuestro interior. Pablo siguió diciendo, “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento…” (Versículo 15). En otras palabras, Pablo estaba diciendo que su espíritu era el verdadera él.


El Hombre Interior

Pablo también dijo, “Por tanto, no desmayamos, antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” (2 Cor. 4:16). Pablo señaló que hay un hombre exterior y un hombre interior. El hombre exterior es el cuerpo. El hombre interior es el espíritu, y el espíritu tiene un alma.

En 1 Corintios 9:27 Pablo dijo, “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” Si el cuerpo fuera el hombre real, Pablo hubiera dicho, “Yo me golpeo y me pongo en servidumbre.” Él se refiere a su cuerpo como “lo”. “Yo” es el hombre de adentro, el hombre interior que ha renacido. Con nuestro cuerpo hacemos algo: lo ponemos en servidumbre. El hombre al que miramos no es el hombre verdadero, es solamente la casa donde vivimos.

Ahora podemos entender más fácilmente los escritos de Pablo a los santos en Roma:

ROMANOS 12:1,2

1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.


En esta epístola Pablo no le estaba escribiendo a los incrédulos sino a los creyentes. El dirige la carta de esta manera: “A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos:…” (Rom 1:7). Aunque estaba escribiéndoles a hombres y mujeres nacidos de nuevo, él dijo que necesitaban hacer algo con sus cuerpos y sus mentes. El nuevo nacimiento no es un renacimiento del cuerpo humano sino un renacimiento del espíritu humano, y la plenitud del Espíritu Santo no es una experiencia física sino una experiencia espiritual.

Pablo dijo que tenemos que hacer algo con nuestros cuerpos físicos. Tenemos que presentarlos a Dios en sacrificio vivo. Tenemos que renovar nuestras mentes con la Palabra. Nótese que esto es algo que nosotros hacemos, no Dios. Dios da vida eterna. Nos ofrece Su Espíritu. Pero Dios no hace nada con nuestro cuerpo. Si algo hay que hacer con nuestro cuerpo, tenemos que hacerlo nosotros. La Palabra dice que tú has de ser “transformado por medio de la renovación de tu entendimiento.” Nuestras mentes son renovadas a través de la Palabra de Dios.

Sabemos que el hombre es un espíritu, hecho a la imagen y semejanza de Dios. Algunas personas creen que el hombre solamente es un animal. Sin embargo, si eso fuera verdad, nos daría lo mismo matar a un hombre y comérnoslo que matar a una vaca y comérnosla. El hombre tiene un cuerpo físico en el que vive, pero no es un animal. El es algo más que solamente una mente y un cuerpo. El es espíritu, alma y cuerpo. El es un espíritu, tiene un alma y vive en un cuerpo.

Los animales tienen almas, pero ellos no son espíritus. No hay nada en ellos que sea como Dios. Dios tomó algo de sí mismo y lo puso en el hombre. El hizo el cuerpo del hombre del polvo de la tierra, pero puso en las fosas nasales del hombre el aliento de la vida. La palabra “aliento”, significa en hebreo, aliento o espíritu, y es traducido “Espíritu Santo” muchas veces en el Antiguo Testamento. Dios es Espíritu, así que tomó algo de sí mismo, lo cual es espíritu, y lo puso dentro del hombre. Cuando El hizo eso, el hombre se volvió alma viviente. No estaba vivo hasta entonces, pero se volvió un alma viviente. Se volvió consciente de sí mismo porque el cuerpo estaba muerto sin el espíritu.

El alma posee cualidades intelectuales y emocionales, y los animales las tienen. Pero cuando sus cuerpos físicos mueren, están muertos. Nuestras almas, nuestras cualidades intelectuales y emocionales, no están basadas en lo físico, sino en el espíritu, y cuando el cuerpo muere ellas todavía existen.

LUCAS 16:19-25

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.

En este pasaje de escritura tenemos una ilustración vívida de las tres partes del hombre – espíritu, alma y cuerpo. Nótese que el versículo 22 dice, “…murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”. ¿Quién fue llevado? (El mendigo. No su cuerpo, sino él.) Su espíritu es la persona real. Su cuerpo fue puesto en la sepultura, pero él estaba en “el seno de Abraham.”

El hombre rico también murió. Su cuerpo fue puesto en la sepultura, pero “en el hades alzó sus ojos”. Aunque el cuerpo de Abraham había estado en la tumba por muchos años, el hombre rico lo vio. También reconoció a Lázaro. Por lo tanto, en el reino espiritual, el aspecto del hombre es muy similar al de esta vida. El hombre rico le suplicó a Abraham, “Ten misericordia de mi, y envía a Lázaro, para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham dijo, hijo, recuerda…” El hombre es un espíritu, y tiene un alma. Vemos en esta escritura que su alma está todavía intacta. El todavía puede recordar. Tiene emoción. Estaba atormentado. Estaba preocupado por sus cinco hermanos que aún vivían (versículos 27,28).

Dios es un espíritu. El se volvió hombre, ya que Jesús era Dios manifestado en la carne, viviendo en un cuerpo humano. El tomó un cuerpo físico y cuando lo hizo no fue menos Dios de lo que era antes.

Sabemos que el hombre deja su cuerpo físico cuando muere, y cuando lo hace él no es menos hombre de lo que era cuando tenía su cuerpo físico, como lo comprueba la historia del hombre rico y Lázaro.

No podemos conocer a Dios a través de nuestro conocimiento humano, a través de nuestra mente. Dios solamente se revela al hombre a través de su espíritu. Es el espíritu del hombre el que hace contacto con Dios, porque Dios es un Espíritu.

Texto Para Memorizar:
“Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).