jueves, 7 de enero de 2010

Lección 5: La Fe En Acción (Parte I)

En ambos, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento vemos ejemplos de cómo el pueblo de su fe en acción, fueron capaces de realizar hechos grandiosos. Grandes milagros fueron llevados a cabo por hombres humildes, quienes en simple fe crédula, actuaron en la Palabra de Dios.

La Fe en Acción en El Antiguo Testamento

JOSUÉ 6:2-5, 16, 20

2 Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.
3 Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.
4 Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.
5 Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.
20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.


En el versículo 2 leemos que Dios le dijo a Josué que Él había entregado la ciudad de Jericó “en su mano”. Esto no significaba, sin embargo, que Josué y el pueblo de Israel podían sentarse y relajarse, mientras la ciudad automáticamente llegaba a ser suya. Tuvieron que hacer algo.

Dios les dio instrucciones explícitas de cómo ir a tomar la posesión de la tierra que Él ya les había dado, pero ellos tenían que creer esa Palabra y actuar en ella. Su actuación en la Palabra fue su fe en acción.

Tenían que marchar alrededor de los muros de la ciudad una vez al día por seis días. En el séptimo día. Tenían que marchar alrededor de la ciudad siete veces. Luego cuando los instrumentos de música les sonaran, tenían que gritar. Nótese que ellos gritaron mientras los muros todavía estaban de pie. Cualquiera puede gritar cuando los muros se han derrumbado –para hacer esto no se necesita fe. Pero ellos pusieron su fe en acción. Ellos “gritaron con gran vocerío”, y el muro se derrumbó.

Demasiadas personas están sentadas esperando que algo suceda. Ellos están más o menos inertes con una fe pasiva en vez de una fe activa, esperando que algo suceda. Conocí a un hombre así hace algunos años en Colorado. No tenía trabajo. Tenía una esposa y cinco hijos, y estaba esperando a que algo sucediera. Pero lo único que sucedía eran más cuentas a pagar. Él necesitaba ponerse a trabajar. Todos tenemos ciertas obligaciones y no podemos quedarnos en casa y esperar que algo nos venga a nosotros. Pero si oramos, creemos y entonces actuamos, algo sucederá.

La Fe en Acción en el Nuevo Testamento

LUCAS 5:18-20;24, 25

18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él.
19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús.
20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.
24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.

Mientras Jesús estaba en una casa enseñando, unos hombres le trajeron a su amigo a Jesús para que lo sanara. El hombre era paralítico y estaba postrado en cama. La multitud era tan grande que estos hombres no podían llegar hasta donde Jesús estaba. Pero en vez de rendirse, ellos tomaron la determinación de encontrar un medio de llevar a su amigo a Jesús. Se subieron al techo y por una abertura al tejado, bajaron al hombre con el lecho dentro del cuarto delante del Señor.

¿Por la fe de quién se realizó este milagro –el hombre en el lecho, o los amigos que lo trajeron a Jesús? La escritura dice, “al ver él la fe DE ELLOS…” La palabra “ellos” es plural. Fue la fe de todos ellos. Hubiera sido fácil para los amigos del hombre, al ver la gran multitud rodeando a Jesús, haberse encogido de hombros, rendirse y haber regresado a casa diciendo, “bueno, por lo menos hemos tratado. Hicimos lo que pudimos.” Pero ellos no se dieron fácilmente por vencidos. Ellos encontraron una manera de llevar a su amigo con Jesús.

El hombre enfermo demostró tener una gran fe también, porque ¿cuántos inválidos permitirían ser subidos a un tejado? Más aún, cuando Jesús le dijo que se levantara y caminara, él no estaba mejor. Él estaba allí acostado tan indefenso como siempre. Él podría haber dicho, “¿Levántate y anda? ¿Es que no has visto que estos hombres me han traído hasta aquí? Yo no me puedo levantar. Tendrás que sanarme primero.” Pero no, cuando Jesús le dijo que se levantara, él comenzó a moverse y al hacerlo, el resultado fue la sanidad. Si él se hubiera negado a actuar en la Palabra del Maestro, no hubiera recibido la sanidad. Pero como actuó, recibió.

La Fe En Acción En El Siglo Veinte

En los tempranos días del movimiento pentecostal, una mujer evangelista estaba ministrando a cuatro personas en sillas de ruedas. En un tono muy bajo ella dijo, "Levántese y anden en el Nombre de Jesús." Tres de estos se levantaron y caminaron. El cuarto dijo, "No puedo caminar."

"Los otros no podían caminar tampoco," dijo la evangelista, "pero lo hicieron." "Ya sé que lo hicieron," dijo la mujer inválida, "pero yo no puedo. Hace años que no he caminado." Y la evangelista tuvo que irse y dejarla allí sentada. Los otros actuaron su fe y cosecharon los resultados.

En un iglesia donde yo estaba ministrando había un hombre que se había quemado la parte inferior de su cuerpo, quedando imposibilitado para caminar. Sólo deslizaba los pies sobre el suelo. Durante el sericio de sanidad una noche este hombre pasó adelante para recibir oración. El Señor me había diicho qué hacer, y cuando llegué a él le dije, "¿puédes correr?" Sorprendido ante tal pregunta, dijo, "Oh no, ni siquiera puedo caminar, mucho menos correr."

Entonces le dije, "El Señor me ha dicho que te diga que corras." El hombre no lo pensó dos veces, se dió la vuelta y empezó a deslizarse por el pasillo tan rápidamente como pudo. Hizo esto alrededor de la iglesia tres o cuatro veces, y cuando regresó al frente estaba andando normalmente. ¡El hombre estaba perfectamente curado! El activó su fe.

En el servicio de la noche siguiente vimos otro milagro como resultado del primero. Dos ancianos caballeros respondieron a la invitación para ser salvos - algo que no se ve con frecuencia. Supe más tarde que esos hombres eran hermanos, de setenta y dos y setenta y cuadro años de edad. Parece ser que estos hermanos eran vecinos del hombre que había sido sanado la noche anterior. Cuando vieron al hombre inválido afuera trabajando en su jardín el día siguiente, pensaron que había salido afuera a gatas. Pero entonces lo vieron levantarse en pie y derecho, y caminar alrededor de la casa. Se apresuraron para ver lo que había sucedido, y él les contó sobre la sanidad y lo que el Señor había hecho por él. Como resultado los dos hombres vinieron al servicio esa noche y dieron sus corazones al Señor.

Una de las mejores definiciones de la fe es: Si crees, vas a actuar. Si crees la Palabra de Dios, actuarás como si fuera verdad. "Ahora es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." (Heb. 11:1). La fe es dar substancia a las cosas por las que se espera.

Texto Para Memorizar:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11:1).

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